Miriam Reyes (Oviedo 1974) es mujer de carne y verso. Un verso encarnado y descarnado donde habita la sangre de la vida que se niega a darla. Quizás ellos crean que hace una tragedia griega de un simple sainete. No tienes ni una pequeña idea del peligro que corres/tú, hombre/ al internarte en mí. Quizás no sepan, o sí que lo saben, de este Auschwitz uterino, del asesino a sueldo que convierte nuestro cuerpo en un gran ataúd. La anticoncepción, el aborto y la posibilidad de ser madre se vive de manera cruel y dolorosa acabando inevitable y eventualmente en sangre. El espejo de la vida empieza a enturbiarse con la certeza de la frustración paterna (concebida de la nostalgia/nací con lágrimas en el sexo con tierra en los ojos con sangre en la cabeza), un primer acercamiento a la pareja que desalienta (papá y mamá lloran...en el más crudo estruendoso hermoso silencio). Y sigue emborronándose con el reflejo de la mujer que ha aprendido a ser víctima que no reconoce el amor si no aparece en forma de catástrofe natural, pero que toma conciencia, se lastima y se da lástima para acabar rebelándose: Anda hombre/ levántate de ti. Llegamos al último poema que es al único sitio donde se puede llegar: No tengo casa a la que volver. Nos ha alcanzado su desgarro vital, un desengaño que no deja indiferente, pero que invita a caminar sonriente sobre la desolación. RO.
Eventualmente paso días enteros sangrando
(por negarme a ser madre).
El vientre vacío sangra
exagerado e implacable como una mujer enamorada.
Si los hijos no salieran nunca
del cuerpo de sus madres
juro que tendría uno ahora mismo
para sentirlo crecer dentro de mí
hasta poseerme como en una sesión espiritista
o como si mi bebé y yo
fuéramos muñecas rusas
una llena de la otra
mamá llena de bebé.
También tendría un hijo
si ellos siempre fueran bebés
y pudiera sostenerlo en mis brazos por encima de la realidad
para que mi niño nunca pusiera los pies en la tierra.
Pero ellos llegan a ser
tan viejos como uno.
No alimentaré a nadie con mi cuerpo
para que viva este suicidio en-cuotas que vivo yo.
Por eso sangro y tengo cólicos
y me aprieto este vientre vacío
y trago pastillas hasta dormirme y olvidar
que me desangro en mi negación.
Eventualmente paso días enteros sangrando
(por negarme a ser madre).
El vientre vacío sangra
exagerado e implacable como una mujer enamorada.
Si los hijos no salieran nunca
del cuerpo de sus madres
juro que tendría uno ahora mismo
para sentirlo crecer dentro de mí
hasta poseerme como en una sesión espiritista
o como si mi bebé y yo
fuéramos muñecas rusas
una llena de la otra
mamá llena de bebé.
También tendría un hijo
si ellos siempre fueran bebés
y pudiera sostenerlo en mis brazos por encima de la realidad
para que mi niño nunca pusiera los pies en la tierra.
Pero ellos llegan a ser
tan viejos como uno.
No alimentaré a nadie con mi cuerpo
para que viva este suicidio en-cuotas que vivo yo.
Por eso sangro y tengo cólicos
y me aprieto este vientre vacío
y trago pastillas hasta dormirme y olvidar
que me desangro en mi negación.
11 comentarios:
Existe toda una generación que se ha negado a sí misma la capacidad de reproducirse. Algunos los tachan de egoístas y antisociales; a mí mas me parecen seres incapaces de admitir el mundo tal cual es: Ying/Yang. En el mismo instante en que una pareja llega al orgasmo, nace una nueva viuda, un nuevo huérfano, un nuevo ajusticiado,... ¿Para qué seguir?
Cuando éramos cristianos nos quedaba la esperanza de un Dios justo al final del camino, pero ahora, sólo nos queda la fe en el ser humano (ese ente a medio terminar): muy poca cosa.
Gracias por esta entrada de un día como hoy, añoranza de ese feto destruído en 1936 (no; no es la república, sino la convivencia).
En lo sucesivo me temo que, con tanta viuda y huérfano, ni mis orgasmos, los de antes,ya no serán los mismos. Todo sea por la poesía, malgré tout.
Amb aquesta postura, ben aviat acabariem amb el món.Una mica d'optimisme no ens vindrà mal.
No es para tanto, compañeros. O poeta é un fimgidor, como todos. El nihilismo y las malas noticias venden más. Pero es escalofriante este pensamiento contemporáneo que se nos va enquistando y es la nada en que nadamos.
Vida, vida, vida, para morirnos en ella, yo es lo único que quiero.
Y qué me dicen de la belleza de Miriam Reyes? Es leer su poesía, mirar su foto y pensar: bien, el mundo afortunadamente no está bien hecho. Ni falta que hace.
¿Poqué afortunadamente?
Más poéticas glandulares...
Poesía de entretiempo, nada más.
Joder, Fabu,qué poder de convocatoria, madre de todas las polémicas. Por cierto, veo que tú también tienes amigos catalanes.
Será tu amigo, Fer, que ya es amigo de todos. Por cierto elce, poesía de estetiempo diría yo, que quizás lamentablemente sea entretiempo, ni frío ni calor.
No soc Fer, però potser el conega....
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