21 de abril de 2008

Palmadita cultural


Llegamos a la cita del 16º (en el XVI) para tomar un café. Acodado en la barra, Chema charlaba con una mujer cuyo perfil me sonó a Yolanda, a la que ya había visto anteriormente en ese sitio con un impermeable parecido. No me cupo ninguna duda. Mientras C saludaba a Chema, yo correspondía con una palmadita en la espalda a la supuesta Yolanda. “Ça va?” A esa distancia y de frente, ya me resultó imposible confundirla. No era ella, ni tampoco española, sino francesa, alérgica al contacto físico y más cuando un desconocido te palmea la espalda. La falsa Yolanda y Chema departían sobre un clásico: las cosas que nos separan a españoles y franceses. Mi desconocida reaccionó favorablemente y dedujo que un gesto valía más que mil palabras. Si un desconocido te palmeaba la espalda sin ni siquiera presentarse es que solo podía ser español.
No siempre las diferencias culturales son un obstáculo. A veces ayudan a tragar una metedura de pata.

Ú.

4 comentarios:

ELCE dijo...

Estimado Ú,en mi primer destino como docente me pasé media hora presentando mis credenciales a una señora que, al recibirme, me pareció por su porte y galanura ser la directora. Al acabar, me dijo: muy bien, pero yo soy la conserje. Typical spanish.

Anónimo dijo...

En el mio no había director, pero me recibió un tipo con boina y fajín, acompañado por una gallina que me hizo los honores. Typical spanish too.

Anónimo dijo...

Parecéis de la generación x, quillos. Este blog también es una palmadita cultural, typical spanish too?

Anónimo dijo...

LO mismo que al docente que escribe el primer comentario le sucede a Mozart cuando visita al emperador para tratar de convencerle de que le permita escribir una ópera en alemán.
Mozart, ni corto ni perezoso, se desvive en reverencias y "sombrerazos" ante un chambelán, deslumbrado por el boato de su indumentaria. Mozart es austriaco.
A mí, en mi primer destino (con 40 tacos) en el IES cercano al senado y al café de chinitas (por cierto: antigua checa en los años 1936-39),una profesora (quizá con las gafas pendientes de nueva graduación) me impidió tomar el ascensor, por estar reservado a profesores. Tenía tanto "canguelo" que "olía" a alumno a varias leguas a la redonda. Bueno en realidad creo que los que tenemos hoy por hoy "canguelo" somos más bien los profesores.