6 de abril de 2008

Lucio


El otro día proyectaron en Le Majestic el documental Lucio, de Aitor Arregi, dentro del ciclo del Cervantes Espagnolas en Passy.
Si la vida del anarquista Lucio Urtubia merece ser contada, el episodio de las falsificaciones de los cheques de viaje es de antología, porque desborda el ámbito político para entrar en los dilemas de la vida misma.
La película acierta al contar el episodio desde el doble punto de vista del falsificador Lucio y del estafado, el City Bank, que representa un ejecutivo anónimo norteamericano, al que sorprende, por ejemplo, que el gobierno de François Miterrand se pusiera en contacto con ellos para buscar una salida al caso. En el banco debieron pensar que era el colmo que un albañil anarquista que les estafaba en toda Europa tuviera contactos con el gobierno de París.
El remate es que, además, le propusieran pagar por el pacto, ejemplo vivo del juego del prisionero: para detener la estafa, el falsificador Lucio, preso y a punto de ser procesado, les propone pagar por las planchas y si te he visto no me acuerdo. De no aceptar, el banco podría obtener la condena de Lucio, pero las máquinas seguirían emitiendo falsos cheques de viaje. Aceptaron. Cornudos, apaleados y agradecidos.

Ú.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca fue fácil la pesca del lucio