14 de marzo de 2008

El descanso del verdugo


Lo que a primera vista parece una enternecedora, fraternal y bucólica imagen de un grupo de camaradas divirtiéndose con cierta elementalidad varonil en la falda de una colina, es en realidad un grupo de oficiales, entre ellos Rudolf Hoess y el doctor Mengele, en las proximidades del campo de concentración de Auschwitz. Nada hace intuir en esos rostros risueños todo el horror que habita a escasos metros de donde se encuentran. En la primera fila, los cargos principales mantienen un jerárquico silencio, complacidos eso sí con la algarabia primaria de sus subalternos. Saben que el ojo del amo engorda el caballo, y que, bien mirado, incluso el verdugo más vocacional requiere un momento de asueto. Les conviene tomarse un respiro, antes de volver a oler el pútrido aliento de la ideología nacional.

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