11 de junio de 2008

TERGIVÉRSATE, Días del bosque de Vicente Valero


“Esta bien que mi alma vaya al bosque, que la conozcan todos. Que aprenda a respirar de otra manera. Que ya no tenga miedo de sí misma.”

Un día, me perdí en el bosque de palabras de Vicente Valero. Me adentré solo, de noche, casi en secreto. Allí descubrí un río de aguas oscuras, hiedras creciendo por el tronco amargo de los árboles, raíces atormentadas, líquenes húmedos…
Yo también llegué al bosque de palabras herido por los espinos. En él, pisaba sus hojas secas, las huellas que el poeta había dejado marcadas en el camino, pero no lograba descifrar el enigma de los símbolos: el cazador, el ciervo, el aviador, el mirlo…
Sin embargo, a pesar de la oscuridad, de la noche que me rodeaba, había luz bajo las palabras caídas como hojas, paz escondida en la prosa rítmica, un ojo amante que se confundía con la naturaleza o con una fuerza divina.
He vuelto, hoy, a ese lugar. Con las copiosas lluvias de la primavera, el bosque de palabras se ha expandido.
Siento que todavía no he recorrido su territorio más íntimo. MLS

XXIV

Una gota mía de sudor en el bosque hará crecer el árbol de la sed. Bajo la sombra de este árbol, algún día, tal vez, descansen otros caminantes.

Tal vez, bajo la sombra de este árbol, algún día, las palabras del bosque vuelvan a ser escuchadas, cierto ciervo que vi vuelva a ser visto.

Que una gota mía de sudor pueda ser esto.


Días del bosque, VICENTE VALERO, ed. visor 2008.

XX Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ganarás la sombra con el sudor de tu palabra.

Anónimo dijo...

La palabra comunica, sobre todo, a través de la sombra, de lo implícito. La palabra se oscurece (y da paradójicamente más luz) cuando se aventura en la noche de los signos. hopi