5 de junio de 2008

Ciudadanos lectores


Parece que se ataca de nuevo a los lectores. Parece que se pretende "multar" a quienes toman prestado un libro de las bibliotecas públicas, mientras se subvenciona a diestro y siniestro por el fomento de la lectura. Se comienza pagando por coger un libro, y... quién sabe.
Al leer el siguiente manifiesto de José Luis Sampedro, que reproduzco íntegro, tengo la ligera impresión de que a los lectores nos hacen sentir culpables continuamente y entonar el mea culpa a la mínima, somos rara avis en el gallinero social actual, en el que nunca ha interesado potenciar la labor cultural y social de las bibliotecas. Evoco la sociedad de rechazo libresco y literario de Fahrenheit 451, y mirad por dónde, no me parece tan fuera ni tan lejos de la realidad, ni tan improbable, ni tan imposible. No castiguen, difundan la posibilidad de lectura gratuita, potencien la cultura, encárguense de la educación literaria de las personas, formen ciudadanos lectores.

POR EL PLACER DE LA LECTURA Escrito y firmado por José Luis Sampedro, escritor, filósofo y buena gente. POR LA LECTURA Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May. Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos. Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro. Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo. Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque: a) obtiene algo a cambio. b) es objeto de una sanción. Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura? Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación?.¿Acaso dejaron de cobrar por el libro?. ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas?.¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra. Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña. ¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS! José Luis Sampedro


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada vez esta más caro esto de la cultura. El escritor, magnífico y humano Sampedro, debería dar urgentemente su opinón y tomar medidas. Me cago en la élite.

Anónimo dijo...

Hojeando esta mañana un libro de poemas de la editorial Tusquets me encuentro lo siguiente: "Esta obra ha sido publicada con una subvención de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura para su préstamo público en Bibliotecas Públicas, de acuerdo con lo previsto en el artículo 37.2 de la Ley de la Propiedad Intelectual". Pero ¿qué más quieren? A mí también me está entrando diarrea elital y tal.

Anónimo dijo...

Soy un triste escritor que no recibe más de entre trescientos o seiscientos euros por lo que tiene publicado. A Saramago puede que le de igual recibir más o menos dinero por el présstamo de Bibliotecas, pero si cae algo por ellas o del estado puede y todo que a mi hija la apunte a la piscina.

Ya se sabe que los escritores viven o están condenados a la miseria ( salvo gente como Saramago, claro está).
Vamos, que si dan algo por el préstamo de bibliotecas, mejor que mejor.

Anónimo dijo...

Lo peor, amigo y triste escritor, es que quizás ese nuevo canon se lo den a Saramago y a Ruiz Zafón que cuentan además de con los libros más vendidos, los más prestados. Al escritor desconocido muchas veces lo descubrimos en las bibliotecas y luego vamos a buscarlo a las librerías. Pero a lo mejor el lector solo quiera pagar por valores seguros... y ya la hemos liado. No obstante, ánimo.