Quiero invitarte a un paseo por la poesía, a que seas poesiante conmigo. Te advierto de que amo la paronomasia sobre todas las cosas y la dilogía sobre mí misma (lo cual me ayuda a esconderme, lo confieso, de las metonimias de los demás). Me seduce la poesía anzuelo, que se me clava en el pecho pero que cicatriza bien. No alcanzo a comprender todo lo que dicen los poetas, ni falta que me hace, a veces una buena malinterpretación vale más que otras mil palabras. Así que tergivérsate a tu antojo con los inventores de metáforas que te presentaré que (parafraseando a Ana Merino, nuestra poeta de hoy) siembran una semilla venenosa que germina en poema o agoniza en locura después de muchos años.
Ana Merino (Madrid, 1971), letraherida de nacimiento y nomadópata y comícsofa de elección, es considerada como una de las voces más genuinas de la Generación poética del 2000, un grupo de poetas –que no poetos- universitarias y rebeldes que nos hablan de lo cotidiano, del compromiso y de la individualidad (también femenina). Sus libros Los días gemelos (Visor, 1997) y La voz de los relojes (Visor, 2000), de este último incluyo algunos poemas, constituyen lo mejor de su obra ( a la espera de lo que me y nos depare Compañeras de celda, Visor 2006, su última publicación). Sus poemas parecen anotaciones en un diario donde intenta fingirse (soy de lo que leo, no siento la patria, las manos atadas a la espalda, mi afición a los abismos...) y aliviar la frustración (el mar es la vida de los que naufragamos, no he nacido para estar hueca por dentro, desencanto gris de poniente perpetuo...). La infancia, el desamor, el proceso creativo o Cuba son otros de sus temas.
Mi vida se hizo frágil
al saberse mortal.
Aquel ritmo frenético
de los instantes y de su efervescencia
comenzó a ser corrosivo
y me partió en dos.
Quedaba yo a un lado
y también quedaba yo al otro.
Una mitad de mí miraba absorta,
la otra trataba de aprender
a caminar con una sola pierna,
y se apoyaba en los muebles
y estaba triste
porque el corazón
se había quedado en la mitad inmóvil.
Mi vida se hizo frágil
y mi corazón dejó de latir,
pero cuando quisieron juntar
todo mi cuerpo,
y enterrar mis dos mitades
en una misma fosa,
esa parte de mí sin corazón ya estaba lejos,
había puesto un reloj
en el espacio fingido de la vida,
y no estaba dispuesta
a morirse sin más
cosida al desaliento
de la mitad suicida de mi cuerpo.
Ana Merino (Madrid, 1971), letraherida de nacimiento y nomadópata y comícsofa de elección, es considerada como una de las voces más genuinas de la Generación poética del 2000, un grupo de poetas –que no poetos- universitarias y rebeldes que nos hablan de lo cotidiano, del compromiso y de la individualidad (también femenina). Sus libros Los días gemelos (Visor, 1997) y La voz de los relojes (Visor, 2000), de este último incluyo algunos poemas, constituyen lo mejor de su obra ( a la espera de lo que me y nos depare Compañeras de celda, Visor 2006, su última publicación). Sus poemas parecen anotaciones en un diario donde intenta fingirse (soy de lo que leo, no siento la patria, las manos atadas a la espalda, mi afición a los abismos...) y aliviar la frustración (el mar es la vida de los que naufragamos, no he nacido para estar hueca por dentro, desencanto gris de poniente perpetuo...). La infancia, el desamor, el proceso creativo o Cuba son otros de sus temas.
Mi vida se hizo frágil
al saberse mortal.
Aquel ritmo frenético
de los instantes y de su efervescencia
comenzó a ser corrosivo
y me partió en dos.
Quedaba yo a un lado
y también quedaba yo al otro.
Una mitad de mí miraba absorta,
la otra trataba de aprender
a caminar con una sola pierna,
y se apoyaba en los muebles
y estaba triste
porque el corazón
se había quedado en la mitad inmóvil.
Mi vida se hizo frágil
y mi corazón dejó de latir,
pero cuando quisieron juntar
todo mi cuerpo,
y enterrar mis dos mitades
en una misma fosa,
esa parte de mí sin corazón ya estaba lejos,
había puesto un reloj
en el espacio fingido de la vida,
y no estaba dispuesta
a morirse sin más
cosida al desaliento
de la mitad suicida de mi cuerpo.
*******
Café descafeinado
para una mujer que tiembla
y está sola
en ese lugar de la nostalgia
y el deseo silenciados.
Para una mujer que escribe
en las hojas que se le marchitan
al amor cotidiano,
para una mujer que sueña
anhelos que nunca se cumplen.
Café descafeinado
para una vieja loca
que se inventa la vida de los muertos
leyendo lápidas.
Para una mujer que dice que se aburre
y se pone a llorar a cada rato
y grita por las noches
porque imagina
arañas de metal
en las paredes.
Café descafeinado
para que, al menos,
su corazón lata despacio
y pueda disfrutar del sol
por las mañanas.
para una mujer que tiembla
y está sola
en ese lugar de la nostalgia
y el deseo silenciados.
Para una mujer que escribe
en las hojas que se le marchitan
al amor cotidiano,
para una mujer que sueña
anhelos que nunca se cumplen.
Café descafeinado
para una vieja loca
que se inventa la vida de los muertos
leyendo lápidas.
Para una mujer que dice que se aburre
y se pone a llorar a cada rato
y grita por las noches
porque imagina
arañas de metal
en las paredes.
Café descafeinado
para que, al menos,
su corazón lata despacio
y pueda disfrutar del sol
por las mañanas.
4 comentarios:
Me parece muy interesante esta reseña, ya que da a conocer voces poéticas nuevas, desconocidas para el gran público ( en el que me incluyo).
Sin embargo, no creo en la generación poética del 2000, aunque el nombre suene bien.
Tampoco creo que esté formada sólo por poetas universitarias y rebeldes.
Los "poetos" también existen. No hace falta ser mujer para compartir una emoción con ana Merino.
HOPI
Artículo riguroso, didáctico y ameno a la par donde los haya. Enhorabuena.
Gracias por tu comentario, Hopi. El método generacional es siempre controvertido (o tergiversativo). También es cierto que hay "poetos", pero es relevante las muchas voces femeninas que aparecen en esta época en España e Hispanoamérica. Mi intención simplemente era empezar "tergiversando" a una mujer. Ana Merino me parecía la poeta más visible de este grupo. De sus obras destaco LOS DÍAS GEMELOS. He leído después "Juego de niños" y "Compañeras de celda" y me han decepcionado.
ROSA.
Ana Merino, juega con las palabras y los sentimientos con una gracia tan singular y transparente, que hace que puebles sus historias con ojos de indígena de los laberintos habitables y mente con alas de los contextos poéticos que tan bien sabe elaborar.
Es una poeta singular que hace una poesía singular, es una poeta genial que hace una poesía genial.
Albert Guiu.
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