19 de febrero de 2008

En memoria de Karlheinz Stockhausen


El día 21 de enero de este año, el Conjunto Residencias, una agrupación especializada en la música más actual, interpretó en el Auditorio del Museo Reina Sofía de Madrid, junto con otras obras de Kaija Saariaho y Gregorio Jiménez, la pieza para piano, percusión y electrónica Kontakte, del compositor alemán Karheinz Stockhausen. Esta pieza, muy exigente para los intérpretes por su dificultad –no sólo técnica- y por su duración –más de media hora de música sin interrupciones-, es uno de los hitos de la música de la segunda mitad del siglo XX y, lo mismo que muchas otras composiciones de Stockhausen, ha influido en el desarrollo de ésta en varias direcciones.
La obra estaba programada casi con un año de antelación, y sin embargo el concierto cobró un sentido inesperado cuando el día cinco de diciembre de 2007 Stockhausen falleció de repente de un ataque al corazón. En efecto, la brillante interpretación del Conjunto Residencias se convirtió en un improvisado homenaje a una de las figuras clave de la música –y, por qué no decirlo, del arte y la cultura- más reciente.
Una obra compuesta y elaborada entre los años 1959 y 1960 por la que, desde luego, no ha pasado el tiempo y que sigue sonando rabiosamente moderna. Pensemos que entonces hacía sólo una década que los compositores habían comenzado a explorar la creación realizada íntegramente con medios electrónicos. Recién terminada la II Guerra Mundial, unidos por el rechazo a una estética musical tradicional que consideraban cómplice de la cultura que había desembocado en la gran tragedia y movidos por la intención de recrear el lenguaje musical prácticamente de cero, los compositores comenzaron a explorar los nuevos medios que les ofrecían las tecnologías más recientes. Se crearon los primeros laboratorios de música electrónica asociados a los más importantes estudios radiofónicos de Francia, Alemania e Italia. Enseguida se dibujan dos tendencias. En Francia, Pierre Schaeffer, desde 1948, había comenzado a elaborar piezas musicales a partir de sonidos naturales grabados, elaborados, transformados y montados en cinta magnetofónica. Esta clase de música recibió el nombre de música concreta. Mientras tanto, en Alemania, en el Estudio de la Radio de Colonia, desde 1951, Herbert Eimert exploraba la creación de música por medio de la síntesis de sonidos y ruidos producidos con generadores electrónicos. Es la música electrónica pura.
En 1952, Stockhausen, casi recién iniciada su labor creativa, trabaja con Schaeffer en París y compone un Estudio Concreto, siguiendo los principios de la música concreta, a partir de sonidos pregrabados de las notas de un piano, troceándolas hasta convertirlas en átomos sonoros y recombinándolas de nuevo. Pero sus inclinaciones estéticas le llevarán a trabajar en el Estudio de la radio de Colonia: allí elaborará dos Estudios electrónicos (en 1953 y 1954) que le permitirán dominar las técnicas de la composición con medios electrónicos puros. La relación con la Radio de Colonia se prolongará durante dos décadas. Y, sin embargo, sólo un año después del segundo Estudio, inicia la composición de una obra electroacústica mixta, que utiliza tanto sonidos y ruidos electrónicos puros como sonidos pregrabados, elaborados y transformados (en este caso, una voz infantil que canta un texto tomado del Tercer Libro de Daniel) y crea a partir de todo ello la que es, sin duda, la primera gran obra maestra de la música electroacústica: Gesang der Jünglinge (El Canto de los Adolescentes). Sería largo siquiera mencionar todo lo que de nuevo aporta la obra. No sólo reconstruye ex novo la organización más fundamental de los sonidos que utiliza como material de la composición (abandonando del todo la división del ámbito de sonidos audibles en semitonos e incluso en octavas), sino que además descompone el texto en fonemas que elabora y recompone como si se tratara de un material musical más, controlando incluso el grado de inteligibilidad del texto en cada una de las apariciones de la voz. De este modo, la relación entre lenguaje y música se estrecha al máximo: la continuidad entre los sonidos y ruidos musicales puros y el lenguaje inteligible se explota con sorprendentes resultados. Además, casi por primera vez –al menos desde finales del Renacimiento y de principios del Barroco- se organiza la disposición de los sonidos en el espacio, su dirección, su lejanía o cercanía, su movimiento, con el mismo rigor y nivel de complejidad que el resto de las dimensiones de la música (la pieza está pensada para ser reproducida a través de cinco grupos de altavoces que rodean a los oyentes). Esta especie de coreografía espacial del sonido será, desde entonces, una constante en la música de Stockhausen y en la música electrónica en general.
En 1959 Stockhausen inicia la composición de su segunda gran obra maestra electroacústica: Kontakte (Contactos). Y otra vez abre nuevos caminos, pues comprende que el futuro de esta clase de música se encuentra sobre todo en su interacción con la música instrumental interpretada en vivo. La primera versión de esta obra surge en la forma de una cinta magnetofónica elaborada por medios puramente electrónicos a partir de un material en origen sencillísimo: una serie de impulsos. La mayor parte de los sonidos y de los ruidos empleados se obtienen a partir de la modificación temporal de series de impulsos. Stockhausen lleva a la práctica, de este modo, sus teorías acerca de la relación entre la música y la percepción del tiempo que había expuesto en un artículo importantísimo publicado en 1956, “...Wie die Zeit vergeht...” (“... Cómo transcurre el tiempo...”). Se trata de construir con el mayor rigor y de acuerdo con los mismos principios todos los niveles de la obra (pues en todos ellos la música no es sino tiempo organizado): de la microestructura de cada sonido a la macroforma. Las ideas de Stockhausen a este respecto influirían de manera fundamental en una de las más importantes corrientes de la música electroacústica actual: la síntesis granular.
Con estos medios tan elementales consigue toda una variedad de sonidos y de ruidos, algunos muy diferentes de los sonidos naturales utilizados en la música tradicional, pero otros semejantes a los de instrumentos metálicos, de parche, de madera... Y esto es lo que justifica la relación de continuidad con la música instrumental a la que alude el título: Stockhausen añadiría a la cinta magnetofónica inicial las partes instrumentales de percusión y de piano. Se establece, así, una continuidad entre lo instrumental y lo electrónico que enriquece a ambos. La importancia del movimiento del sonido en el espacio y de su transformación gradual en el tiempo es mucho mayor que la que ya tenía en Gesang der Jünglinge.
Stockhausen compondría varias piezas más de música electroacústica (Hymnen, Telemusik, elaborada a partir de muestras de músicas populares de culturas de todo el mundo,...), y utilizará con frecuencia medios electrónicos en vivo en muchas otras obras. Y esto no es más que una pequeña parte de la obra de un compositor con más de 350 obras pertenecientes a los géneros y estéticas más diversos: música instrumental a solo, de cámara, para orquesta, con electrónica en vivo, música vocal, escénica, etc.; desde el estilo puntillista de sus primeras obras, hasta la música intuitiva y meditativa de Aus den sieben Tagen (De los siete días) o Stimmung (título polisémico, relacionado con la palabra ‘Stimme’, voz, casi imposible de traducir: estado de ánimo, atmósfera, ambiente, humor, afinación, ...); desde los procedimientos seriales de composición, a los procedimientos estadísticos, abiertos o aleatorios. Entre todas estas obras, destacan los gigantescos ciclos inspirados en mitologías diversas: su ciclo operístico Licht (Luz) incluye siete óperas dedicadas a los siete días de la semana –y sus significados mitológicos y religiosos-, en total, unas 29 horas de música, un espectáculo multimedia de dimensiones monumentales que reúne partes vocales y corales, instrumentales, medios electrónicos, además de toda clase de recursos escénicos y plásticos, y fue compuesto a lo largo de dos décadas. O el ciclo de las 24 Horas del Día, también con un sentido mítico, místico y religioso, que quedó interrumpido por la muerte del compositor: sólo compuso 21 piezas, de Himmelfahrt (Ascensión) a Paradies (Paraíso).

Valga este modesto texto como homenaje lleno de admiración a este gran artista.
J.C.L.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente información acerca de Karlheinz Stockhausen. Contrasta con la pobrísima información mediática mundial para quien Stockhausen se redujo a ser un compositor que escribió un cuarteto de cuerdas con helicópteros y realizó polémicas declaraciones sobre el atentado a las torres gemelas.
Desde 1998 que voy a Kürten a los cursos que se dictan sobre su música, lo cual me ha permitido dimensionar verdaderamente la genialidad de este creador. Los invitoa visitar mi blog http://marcelogonzalezclarinete.blogspot.com/ desde donde pueden acceder a un artículo acerca de la obra de teatro musical "Harlekin".Saludois afectuosos

Anónimo dijo...

El superlativo de "pobre" es "pauperrimo"... por lo demás... muy buen blog!