
Así, amparados por la única legitimidad artística digna de respeto, la estética, decidieron, no sin riesgo, aventurarse en el siempre escurridizo universo de la poesía, porque poesía es, sin duda, el film que nos ocupa hoy, “Las tribulaciones de Balthasar Kober”
Filmada en 1988, esta adaptación anárquica de la novela homónima de Jean-Paul Baron cabalga entre la narración y la sugestión, entre lo tangible y lo imperceptible para hacernos partícipes del viaje iniciático de su protagonista, Balthasar Kober, a través de la convulsa Alemania de la Contrarreforma, itinerario vital plagado de alquimistas e inquisidores, magos y cabalistas en un mundo onírico y poliédrico intencionadamente alucinógeno y enteogénico.
Alumbrado por el magisterio de Cammerschulze, el joven Balthasar habrá de abrirse entonces paso en una irrealidad donde se mezclan vivos y muertos, ángeles y demonios, donde cualquier gesto se convierte en mera pincelada (el film es una verdadera galería de arte: Vermeer, Murillo, Dalí…), y donde los personajes no son sino las sombras de lo que fueron para descubrir en última instancia el verdadero significado del amor y de la muerte.
Poética surreal, pues, directamente apuntalada en los escombros del desengaño.
M.V.
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