La imagen parece velada, como si el tiempo hubiera ido depositando pacientemente una pátina pudorosa, o puede que sea la gasa que se va enquistando en nuestra memoria sentimental, pero aún así, con esa realidad desfocada, podemos adivinar a las primeras de cambio quién fue el ganador de aquel mítico combate dialéctico. De un lado, la arrogancia de la juventud, la sonrisa frontal, el rostro impoluto de quien mira a su oponente como un fugaz accidente, con una cierta condescendencia, con esa gentileza bostoniana de quien sabe que la fruta ha madurado y ha llegado el momento de hincar el diente; del otro, el perfil sombrío de un homínido que regresa al pasado.
29 de febrero de 2008
La sonrisa frontal
La imagen parece velada, como si el tiempo hubiera ido depositando pacientemente una pátina pudorosa, o puede que sea la gasa que se va enquistando en nuestra memoria sentimental, pero aún así, con esa realidad desfocada, podemos adivinar a las primeras de cambio quién fue el ganador de aquel mítico combate dialéctico. De un lado, la arrogancia de la juventud, la sonrisa frontal, el rostro impoluto de quien mira a su oponente como un fugaz accidente, con una cierta condescendencia, con esa gentileza bostoniana de quien sabe que la fruta ha madurado y ha llegado el momento de hincar el diente; del otro, el perfil sombrío de un homínido que regresa al pasado.
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27 de febrero de 2008
Retrato
El retrato, como reflejo del rostro real y como modificación del mismo, nos recuerda una nueva perspectiva de disección de la personalidad humana. Si bien es cierto que el retrato puede ser retazo de un objeto o de un animal, lo frecuente, al menos en pintura, ha sido el retrato humano. Así, desde el Renacimiento el retrato se convirtió en un género propicio para destacar cualidades del personaje retratado, para describirlo física y psicológicamente, para poner de manifiesto sus defectos más absurdos y sus debilidades más insospechadas. Sobre el lienzo o sobre el papel, el pintor o el escritor elige si convertirá a su personaje en objeto de burlas, de mofas y de escarnio, en personaje risible; si, por el contrario, lo ensalzará y matizará, incluso borrará, su lado oscuro.
Los retratos pictóricos del Renacimiento realzaban la figura del noble para destacar los aspectos positivos de su personalidad o los inventaban mediante la focalización de una determinada parte del rostro que permitía sugerir esas apreciaciones. Los retratos masculinos suelen ser bustos, mientras que las mujeres suelen ser retratadas de cuerpo entero, curiosidad probablemente causada por la admiración hacia el género femenino, por la idealización de la belleza renacentista. Desde la pretendida alabanza y admiración por el personaje retratado hasta la más dura y aguda crítica social y burla individual, igual que en las cantigas de escarnio y maldezir medievales, se retratan formas de vida de grupos sociales concretos y ataques personalizados.
La pluma se desliza sobre el papel para dibujar con palabras el rostro de un personaje humano o divino, hierático o dinámico. El pincel retoca en el lienzo un rostro a retazos, más o menos fieles a la realidad en función del propósito del artista. La cámara inmortaliza el gesto elegido de manera instantánea. Realistas o idealizados, los retratos configuran otras realidades probablemente descifrables con la sola observación o la lectura.
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LOS UNOS Y LOS OTROS
Nosotros sin embargo podemos observarlas desde fuera, con perspectiva. ºCuando se trata de la música cristalizada de una cultura, de un pueblo o de una época, igualmente podemos sentir esos mensajes ocultos en los ritmos, los sonidos, las melodías, las armonías; esas formas de ser, o “del Ser”, que vamos a comprender mejor, así que de una manera exclusivamente racional en el sentido de intelectual, porque también el que escucha y observa al otro que canta o se expresa musicalmente, aprende de él sin saber, a veces, que lo está haciendo.
Es nuestra parte más profunda, más natural, más biológica, más físico-química, la que se va a conectar con esta misma parte de la otra persona. Gracias a ella, o al menos con su ayuda, me refiero a la Música, nos SINTONIZAMOS
nos COMUNICAMOS
nos SINCRONIZAMOS
nos COMPRENDEMOS
nos AMAMOS
Y como despedida un hasta luego muy rítmico, nada menos que en Tanzano: KAÑA MI TONDO
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26 de febrero de 2008
LAS TRIBULACIONES DE BALTHASAR KOBER. Wojciech Jerzy Has (1988)
Así, amparados por la única legitimidad artística digna de respeto, la estética, decidieron, no sin riesgo, aventurarse en el siempre escurridizo universo de la poesía, porque poesía es, sin duda, el film que nos ocupa hoy, “Las tribulaciones de Balthasar Kober”
Filmada en 1988, esta adaptación anárquica de la novela homónima de Jean-Paul Baron cabalga entre la narración y la sugestión, entre lo tangible y lo imperceptible para hacernos partícipes del viaje iniciático de su protagonista, Balthasar Kober, a través de la convulsa Alemania de la Contrarreforma, itinerario vital plagado de alquimistas e inquisidores, magos y cabalistas en un mundo onírico y poliédrico intencionadamente alucinógeno y enteogénico.
Alumbrado por el magisterio de Cammerschulze, el joven Balthasar habrá de abrirse entonces paso en una irrealidad donde se mezclan vivos y muertos, ángeles y demonios, donde cualquier gesto se convierte en mera pincelada (el film es una verdadera galería de arte: Vermeer, Murillo, Dalí…), y donde los personajes no son sino las sombras de lo que fueron para descubrir en última instancia el verdadero significado del amor y de la muerte.
Poética surreal, pues, directamente apuntalada en los escombros del desengaño.
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25 de febrero de 2008
TERGIVÉRSATE: La voz de los relojes, Ana Merino.
Ana Merino (Madrid, 1971), letraherida de nacimiento y nomadópata y comícsofa de elección, es considerada como una de las voces más genuinas de la Generación poética del 2000, un grupo de poetas –que no poetos- universitarias y rebeldes que nos hablan de lo cotidiano, del compromiso y de la individualidad (también femenina). Sus libros Los días gemelos (Visor, 1997) y La voz de los relojes (Visor, 2000), de este último incluyo algunos poemas, constituyen lo mejor de su obra ( a la espera de lo que me y nos depare Compañeras de celda, Visor 2006, su última publicación). Sus poemas parecen anotaciones en un diario donde intenta fingirse (soy de lo que leo, no siento la patria, las manos atadas a la espalda, mi afición a los abismos...) y aliviar la frustración (el mar es la vida de los que naufragamos, no he nacido para estar hueca por dentro, desencanto gris de poniente perpetuo...). La infancia, el desamor, el proceso creativo o Cuba son otros de sus temas.
Mi vida se hizo frágil
al saberse mortal.
Aquel ritmo frenético
de los instantes y de su efervescencia
comenzó a ser corrosivo
y me partió en dos.
Quedaba yo a un lado
y también quedaba yo al otro.
Una mitad de mí miraba absorta,
la otra trataba de aprender
a caminar con una sola pierna,
y se apoyaba en los muebles
y estaba triste
porque el corazón
se había quedado en la mitad inmóvil.
Mi vida se hizo frágil
y mi corazón dejó de latir,
pero cuando quisieron juntar
todo mi cuerpo,
y enterrar mis dos mitades
en una misma fosa,
esa parte de mí sin corazón ya estaba lejos,
había puesto un reloj
en el espacio fingido de la vida,
y no estaba dispuesta
a morirse sin más
cosida al desaliento
de la mitad suicida de mi cuerpo.
para una mujer que tiembla
y está sola
en ese lugar de la nostalgia
y el deseo silenciados.
Para una mujer que escribe
en las hojas que se le marchitan
al amor cotidiano,
para una mujer que sueña
anhelos que nunca se cumplen.
Café descafeinado
para una vieja loca
que se inventa la vida de los muertos
leyendo lápidas.
Para una mujer que dice que se aburre
y se pone a llorar a cada rato
y grita por las noches
porque imagina
arañas de metal
en las paredes.
Café descafeinado
para que, al menos,
su corazón lata despacio
y pueda disfrutar del sol
por las mañanas.
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24 de febrero de 2008
Por mis cordones
En la cordonería. París XVI.
--Bonjour. Je voudrais des cordonnes blancs.
--¿De qué talla?
Ahí estaban los cordones de todos los tamaños en un racimo a su espalda.
--De esos de ahí.
--Ya sé donde los tengo, pero usted me debe decir la medida que necesita.
--¡Uno veinte!
--No hay de uno veinte.
--¡Lo que más se acerque a uno veinte!
No siempre se pueden expresar todas las cosas que lleva uno dentro, cuando los sentimientos fluyen a borbotones y sabes que las palabras entonces no sirven. Una mirada lo dice todo. Una imagen vale más que mil palabras y ¿qué daría yo por un beso? Esa mirada valía más que una docena de programas.
Lo que pensó, no lo dijo, pero lo pensó tan alto que le entendí esto:
--¡Ni uno veinte, ni uno diez, ni Cristo que lo fundó! Que no te vendo los cordones porque no me sale de los güevos, porque no traes los deberes hechos, que las cosas no se hacen así, ¡hombre! que los españoles os creéis que todo vale, que ‘Españamañanamañana’, que no sabes ni medirte los cordones de los zapatos o de las zapatillas de mierda que debes de tener, ¡pedazo cabrón!, que no sabes ni pronunciar el francés, ¡ignorante!, que te vayas a tomar por culo, que ya me has amargado la mañana, que te den, que te folle un pez. Je t’encule. Ta gueule. Vas te faire foutre. Tu me fais chier. Connard. Fils de pute. Salaud.
--Dos euros cuarenta.
--Merci, y que te den por culo.
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22 de febrero de 2008
San Woody
Todos los hombres son mortales. Sócrates era mortal. Por lo tanto, todos los hombres son Sócrates. Lo que significa que todos los hombres son homosexuales.
JF
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21 de febrero de 2008
¡Pobre maudit!
Artista bohemio, sumido en la absenta y la pobreza, polémico y único, tanto en su vida como en su obra; no llegó a pertenecer a ninguna corriente artística, era un proscrito atrapado en una vorágine perpetua.
Influenciado por Cezanne y Brancusi, su obra mas interesante la dedicó al desnudo femenino desinhibido y sensual, sus rostros renacentistas, cara ovalada, ojos almendrados y cuello infinito, marcaron la diferencia en la vanguardia parisina de 1917.
Afirmaba Modigliani “pintar a una mujer desnuda es poseerla” y sin lugar a duda se apoderaba de ellas de tal manera que les cegaba la mirada, y es ahí en los ojos de sus amantes donde reside el vértigo que precipitaba la vida de Modigliani, es la mirada ausente, como huida hacia el interior del alma lo que ha sobrecogido al espectador hasta nuestros días.
Murió a los 35 años enfermo de meningitis tuberculosa, su mujer Jeanne Hébuterne, embarazada de nueve meses, se suicidó al día siguiente.
¡Pobre Modi! G.S.
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19 de febrero de 2008
En memoria de Karlheinz Stockhausen
La obra estaba programada casi con un año de antelación, y sin embargo el concierto cobró un sentido inesperado cuando el día cinco de diciembre de 2007 Stockhausen falleció de repente de un ataque al corazón. En efecto, la brillante interpretación del Conjunto Residencias se convirtió en un improvisado homenaje a una de las figuras clave de la música –y, por qué no decirlo, del arte y la cultura- más reciente.
Una obra compuesta y elaborada entre los años 1959 y 1960 por la que, desde luego, no ha pasado el tiempo y que sigue sonando rabiosamente moderna. Pensemos que entonces hacía sólo una década que los compositores habían comenzado a explorar la creación realizada íntegramente con medios electrónicos. Recién terminada la II Guerra Mundial, unidos por el rechazo a una estética musical tradicional que consideraban cómplice de la cultura que había desembocado en la gran tragedia y movidos por la intención de recrear el lenguaje musical prácticamente de cero, los compositores comenzaron a explorar los nuevos medios que les ofrecían las tecnologías más recientes. Se crearon los primeros laboratorios de música electrónica asociados a los más importantes estudios radiofónicos de Francia, Alemania e Italia. Enseguida se dibujan dos tendencias. En Francia, Pierre Schaeffer, desde 1948, había comenzado a elaborar piezas musicales a partir de sonidos naturales grabados, elaborados, transformados y montados en cinta magnetofónica. Esta clase de música recibió el nombre de música concreta. Mientras tanto, en Alemania, en el Estudio de la Radio de Colonia, desde 1951, Herbert Eimert exploraba la creación de música por medio de la síntesis de sonidos y ruidos producidos con generadores electrónicos. Es la música electrónica pura.
En 1952, Stockhausen, casi recién iniciada su labor creativa, trabaja con Schaeffer en París y compone un Estudio Concreto, siguiendo los principios de la música concreta, a partir de sonidos pregrabados de las notas de un piano, troceándolas hasta convertirlas en átomos sonoros y recombinándolas de nuevo. Pero sus inclinaciones estéticas le llevarán a trabajar en el Estudio de la radio de Colonia: allí elaborará dos Estudios electrónicos (en 1953 y 1954) que le permitirán dominar las técnicas de la composición con medios electrónicos puros. La relación con la Radio de Colonia se prolongará durante dos décadas. Y, sin embargo, sólo un año después del segundo Estudio, inicia la composición de una obra electroacústica mixta, que utiliza tanto sonidos y ruidos electrónicos puros como sonidos pregrabados, elaborados y transformados (en este caso, una voz infantil que canta un texto tomado del Tercer Libro de Daniel) y crea a partir de todo ello la que es, sin duda, la primera gran obra maestra de la música electroacústica: Gesang der Jünglinge (El Canto de los Adolescentes). Sería largo siquiera mencionar todo lo que de nuevo aporta la obra. No sólo reconstruye ex novo la organización más fundamental de los sonidos que utiliza como material de la composición (abandonando del todo la división del ámbito de sonidos audibles en semitonos e incluso en octavas), sino que además descompone el texto en fonemas que elabora y recompone como si se tratara de un material musical más, controlando incluso el grado de inteligibilidad del texto en cada una de las apariciones de la voz. De este modo, la relación entre lenguaje y música se estrecha al máximo: la continuidad entre los sonidos y ruidos musicales puros y el lenguaje inteligible se explota con sorprendentes resultados. Además, casi por primera vez –al menos desde finales del Renacimiento y de principios del Barroco- se organiza la disposición de los sonidos en el espacio, su dirección, su lejanía o cercanía, su movimiento, con el mismo rigor y nivel de complejidad que el resto de las dimensiones de la música (la pieza está pensada para ser reproducida a través de cinco grupos de altavoces que rodean a los oyentes). Esta especie de coreografía espacial del sonido será, desde entonces, una constante en la música de Stockhausen y en la música electrónica en general.
En 1959 Stockhausen inicia la composición de su segunda gran obra maestra electroacústica: Kontakte (Contactos). Y otra vez abre nuevos caminos, pues comprende que el futuro de esta clase de música se encuentra sobre todo en su interacción con la música instrumental interpretada en vivo. La primera versión de esta obra surge en la forma de una cinta magnetofónica elaborada por medios puramente electrónicos a partir de un material en origen sencillísimo: una serie de impulsos. La mayor parte de los sonidos y de los ruidos empleados se obtienen a partir de la modificación temporal de series de impulsos. Stockhausen lleva a la práctica, de este modo, sus teorías acerca de la relación entre la música y la percepción del tiempo que había expuesto en un artículo importantísimo publicado en 1956, “...Wie die Zeit vergeht...” (“... Cómo transcurre el tiempo...”). Se trata de construir con el mayor rigor y de acuerdo con los mismos principios todos los niveles de la obra (pues en todos ellos la música no es sino tiempo organizado): de la microestructura de cada sonido a la macroforma. Las ideas de Stockhausen a este respecto influirían de manera fundamental en una de las más importantes corrientes de la música electroacústica actual: la síntesis granular.
Con estos medios tan elementales consigue toda una variedad de sonidos y de ruidos, algunos muy diferentes de los sonidos naturales utilizados en la música tradicional, pero otros semejantes a los de instrumentos metálicos, de parche, de madera... Y esto es lo que justifica la relación de continuidad con la música instrumental a la que alude el título: Stockhausen añadiría a la cinta magnetofónica inicial las partes instrumentales de percusión y de piano. Se establece, así, una continuidad entre lo instrumental y lo electrónico que enriquece a ambos. La importancia del movimiento del sonido en el espacio y de su transformación gradual en el tiempo es mucho mayor que la que ya tenía en Gesang der Jünglinge.
Stockhausen compondría varias piezas más de música electroacústica (Hymnen, Telemusik, elaborada a partir de muestras de músicas populares de culturas de todo el mundo,...), y utilizará con frecuencia medios electrónicos en vivo en muchas otras obras. Y esto no es más que una pequeña parte de la obra de un compositor con más de 350 obras pertenecientes a los géneros y estéticas más diversos: música instrumental a solo, de cámara, para orquesta, con electrónica en vivo, música vocal, escénica, etc.; desde el estilo puntillista de sus primeras obras, hasta la música intuitiva y meditativa de Aus den sieben Tagen (De los siete días) o Stimmung (título polisémico, relacionado con la palabra ‘Stimme’, voz, casi imposible de traducir: estado de ánimo, atmósfera, ambiente, humor, afinación, ...); desde los procedimientos seriales de composición, a los procedimientos estadísticos, abiertos o aleatorios. Entre todas estas obras, destacan los gigantescos ciclos inspirados en mitologías diversas: su ciclo operístico Licht (Luz) incluye siete óperas dedicadas a los siete días de la semana –y sus significados mitológicos y religiosos-, en total, unas 29 horas de música, un espectáculo multimedia de dimensiones monumentales que reúne partes vocales y corales, instrumentales, medios electrónicos, además de toda clase de recursos escénicos y plásticos, y fue compuesto a lo largo de dos décadas. O el ciclo de las 24 Horas del Día, también con un sentido mítico, místico y religioso, que quedó interrumpido por la muerte del compositor: sólo compuso 21 piezas, de Himmelfahrt (Ascensión) a Paradies (Paraíso).
Valga este modesto texto como homenaje lleno de admiración a este gran artista.
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L'Étoile de Mer. Man Ray, 1928.
PSICOGRAFÍAS DEL DESGARRO.
Acendradamente evocadora para algunos, impía, voluptuosa e imprudentemente carnal para otros, L'Étoile de Mer ha venido siendo considerada, ya desde su filmación en 1928, como la mejor y la más lograda pieza del imaginario cinematográfico surrealista.
Comparada airosamente, incluso, y de esto saben mucho los cóncavos anaqueles de la crítica silente, con obras tan asentadas como Un Chien Andalou o Le Sang d'un Poète, Man Ray fotografía en escasos 20 minutos de maestría e innovación técnica los estertores agónicos de una relación que nace, como todas, inevitablemente muerta.
Rodada con filtros de gelatina, la estética deformante se acompaña de cortes abruptos e imágenes oníricas, huyendo siempre, ahí su trascendencia, de cualquier tipo de mesianismo visionario.
Así, la narración, la historia de un amor roto, y según parece, autobiográfico, se convierte poco a poco en mera apariencia discursiva para adentrarse, (no nos dejemos engañar, la poesía, como el cine, y es de esto de lo que hablamos hoy aquí, nunca hace recuento de bajas), en su propio bosque de símbolos, contramedidas y percepciones.
Los rostros dejan paso a las máscaras y el dolor se transforma en el dolor de cualquiera, porque cualquiera, y eso Man Ray lo descubrirá tan sólo unos días después del estreno, sabe que el amor, cuando se descompone, también huele.
M.V.
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18 de febrero de 2008
FOGWILL, LA CARA OCULTA DE BORGES
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