4 de junio de 2008

MIDDLESEX, mega biblión


“La normalidad no era normal. No podía serlo. Si la normalidad fuese normal, nadie se preocuparía de ella”.

Decían los antiguos griegos, antepasados de Calíope Stephanides y Jeffrey Eugenides ─protagonista y autor respectivamente de Middlesex– que un libro grande era un gran mal (mega biblión, mega kakón) o ¿era que un gran libro era un mal grande? Los partidarios de la primera traducción absténganse de acercarse a las setecientas páginas de esta novela en edición de bolsillo (que sin duda son un gran mal para la vista) porque seguramente hayan despreciado antes Auto de fe, Manual de inquisidores, Bomarzo, El tambor de hojalata, Rayuela, El amor en los tiempos del cólera, No soy Stiller, La vida instrucciones de uso, Los detectives salvajes entre otras y, por supuesto, el Quijote, por razones de peso, quiero decir, de tamaño.
También los defensores de la segunda interpretación tratarán de disuadirnos de su lectura, porque los grandes libros son grandes males (ya lo dijo Maeztu de el Quijote, un libro derrotista que debería estar prohibido) al convertirse en esos fieles espejos que nos van descubriendo cómo se van haciendo más profundas las arrugas de nuestra civilización, presentándonos un mundo sin maquillaje y ajeno al prozac circo-televisivo.
Después de su excelente primera novela Las vírgenes suicidas (1993) –adaptada al cine por Sofía Coppola en 1999–, Jeffrey Eugenides (Detroit, 1960) nos vuelve a sorprender con este mega biblión, historia de historias y de la Historia con mayúsculas, que es Middlesex (2002) por el que recibió el Premio Pulitzer en el 2003 y con el cual, según algunos, camina con firmeza hacia el Nóbel.
La novela cuenta –con humor, inteligencia, trepidante ritmo y exquisito estilo– la odisea (en el más estricto sentido homérico de la palabra) de un gen el “alfa 5 reductasa”que muta y se fortalece en la endogámica familia Stephanides y hace que Calíope, la narrador/a-autor/a de esta historia con nombre de la musa de la poesía épica, sea intersexual. Es la historia también del despegue industrial de Detroit (y por extensión de EEUU), de la inmigración, de los conflictos raciales, del sueño americano.
Dice su autor que conscientemente quería que Middlesex fuera además una mutación novelesca, que la estructura de su obra representara el genoma narrativo, las diversas formas históricas de la narración. Por este motivo la novela comienza con tintes épicos (el incendio de Esmirna, la travesía en el barco, las identidades falsas, el matrimonio de los dos hermanos....) y se convierte en la segunda mitad en una novela psicológica moderna. Desde luego el narrador es mutante, nos lleva de la forma autobiográfica a la omnisciencia y del pasado al presente con gran maestría, buscando la complicidad de los lectores en cuanto puede. Middlesex es, sin duda, una cumbre de la intertextualidad: los mitos griegos (Tiresias, Hermafrodito), los clásicos norteamericanos (Steinbeck, Salinger), el cine de Buñuel (Ese oscuro objeto del deseo) o el realismo mágico de Cien años de soledad (a mí esta familia me recuerda a los Buendía, la abuela Desdémona no es otra que Úrsula, las dos siempre temerosas de que se cumpla el destino que conocen, llámese cola de cerdo o alfa 5 reductasa).
Middlesex me ha devuelto la confianza en los mega biblión, no eran las prisas, el poco tiempo, el cansancio lo que me llevaba a su abandono. No he podido despegarme de él hasta la última página y su término me ha producido la desolación de las despedidas. Porque grande no solo significa extenso, sino extraordinario, maravilloso. Haceos un favor y leedlo.RO.

Middlesex, Jeffrey Eugenides, ed. Anagrama o Quinteto.

Para Juana, no es extraño (léelo también sin coma). RO.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Me sorprende la reseña. No por el contenido, sino por estar dedicada a una novela tan extensa.
Intentaré "hacerme el favor" de leerla cuando tenga tiempo. Hopi

Anónimo dijo...

A mí personalmente los megabibliones no me gustan, me agotan, me desconciertan. Creo que si alguien no ha podido decir lo que pretende en 200 palabras... Me encantó Middlesex. Creo que es ya un clásico contemporáneo. Una obra maestra. Y su reseñista una maestra de la obra bien hecha. He dicho.

Anónimo dijo...

Bella resegna, como corresponde a la bella persona, a la que supongo su autora. Perd'on por la /gn/, este teclado se ha vuelto loco, como muchos de los que trabajamos a las 'ordenes de esta odiosa consejerer'ia de educaci'on. KAGNA MITONDO

Anónimo dijo...

No me ruboricen, compañeros.

Anónimo dijo...

Es para enrosecer.

VMFM dijo...

Hola BO. Yo no he leido Middlesex, pero según como lo reseñas tendré que agregarlo a mi lista de próximos libros por leer.A mi no me importan que sean pesos pesados, lo que pasa que hay algunos que no te atraen hasta que ya te han aburrido tanto que no puedes salvarlo de la quema aunque se haya llevado el premio a la mejor novela del mundo.Por ejemplo, he leido "Los Pilares de la Tierra" de Kent Follet en muy poquito y en cambio tengo encima de la mesilla guardando polvo "Vida y Sentido" de Vassily Grossnam, también es verdad que con menos páginas se puede lograr una gran obra como "La Sombra del Viento" de Ruiz Zafón o "Sucede" de Extremoduro (Es una canción, pero también esta escrito).Por último quiero decir que ¿para cuándo comienzas las reseñas en los periódicos de tirada nacional?. Desde CC con amor

Anónimo dijo...

...y me siento mejoooor, si sé que tengo una estrellita pequeñita pero firme. Bss a cc. Ro.

VMFM dijo...

"Para algunos la vida es galopar por un camino empedrado de horas, minutos y segundos.Yo más humilde soy y sólo quiero que la ola que surge del último suspiro de un segundo me transporte mecido hasta el siguiente". Bss a BO