19 de mayo de 2008

TERGIVÉRSATE: Espiral de Juan Malpartida.



Hay una calle perdida en la ciudad. Hay una sangre en tu sangre que busca por los bares, cielos y bibliotecas. Y tú, una palabra más del diccionario, palabra herida o palabra enredadera, huyes del silencio y te acercas a los anaqueles olvidados del deseo escrito. Pone P mayúscula, Poesía. Apollinaire, Borges, Eliot, García Lorca, Guillén, Neruda, Paz, Pound, Valente... Todos leídos y estudiados. No creías que volverías a encontrarlos, juntos, susurrando en la caracola del tiempo, sobreponiéndose a la afonía del olvido. Juan Malpartida (Marbella, 1956), Espiral, premio editorial Anthropos 1989, también incluye Gravitación. Las espirales te atraen desde hace tiempo, su fuerza centrífuga creadora de universos en expansión; su fuerza centrípeta que impulsa al retraimiento en el yo más íntimo y finito (infinito). Las espirales de Malpartida son remolinos de palabras, de memoria, de escritura. Son el tiempo, el amor, el vacío, la soledad. Como ya sabías sólo lo nombrado existe, está vivo, es deseo; lo no dicho, el silencio, anhela la existencia o huye de ella. Vida y deseo es lo mismo: palabra, vegetación de sílabas. Ves en su poesía experiencia, vida y deseo, poemas que solo quieren ser poemas. Escépticos con el mundo, devotos de una sola utopía: la palabra. La palabra te parece que es también el centro de Gravitación universal. Las leyes de la física te llevan también inexorablemente a las palabras, a los mundos que crean para ti, a las bibliotecas, a los libros. Tergivérsate, háblate e invéntate a ti mismo. RO.

DAGUERROTIPO CONVEXO DE JLB

Estás a solas en un cuarto urbano
y resuenan pasos entre tus versos:
son todos los tiempos y son ninguno,
son máscaras de sangre, silogismos.
Un sol ciego medita entre tus párpados,
levantas castillos en los que el huésped,
entre libros y espejos, enloquece.
La memoria hace recuento de ruina,
una página de no sé qué libro
anotada con fechas y señales;
la clara incertidumbre de quién yo sea,
el no saber quién el cuerpo ha tocado,
las largas tardes, jinetes de sombra,
y el paraíso como biblioteca.
Te fascinó la rota identidad
de la memoria, la duda, el fantasma,
las legiones del yo, la nadería.
Pero detrás del rostro que nos mira
está la muerte, no la rosa dicha
sino el cuerpo de Rosa redivivo:
cuerpo sin puñal, sangre sin herida,
puerta del laberinto de mí mismo
donde el sueño es certeza de la carne.
Te creíste demasiado tus enredos,
imperturbable y tenaz detective
de un crimen cometido en las palabras.
Del juego y de la nada enamorado,
no te respondió el otro sino el signo:
espejo que en espejo se devora,
laberinto sin fin ni minotauro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre, una reseña original, sugerente, excelentemente escrita.
Sin embargo, ten cuidado.
La voz del comentarista es tan fuerte que devora la información sobre el libro que comenta. (hopi)

Anónimo dijo...

Creo que tienes razón en la segunda parte de tu comentario. Me tergiverso demasiado sobre todo en esta aportación de hoy, porque ese tú soy yo (que me encontré Espiral de casualidad, seguramente mientras buscaba una rosa sin espinas), pero también eres tú (y tú, y tú, y tú...)a quien-es invito a su propia tergitransgresión. Gracias hopi. RO.